Para todos aquellos que les gusta saber como son sus futuras adquisiciones por dentro, seguramente les resultará muy interesante todas las fotos. Hay que reconocer que Apple sabe combinar espacio, diseño, calidad y potencia en todos sus productos.

Las noticias sobre los constantes avances tecnológicos nos atraviesan y deslumbran a cada día.
Continuamente todas se refieren a innovaciones de productos y servicios donde nosotros, (los consumidores), nos vemos fuertemente embrujados por las bondades del entretenimiento.
En la cultura tecnológica ya no hay una dialéctica entre teoría y práctica, sino que existe aquí una fusión de ambas donde la reflexión se convierte en un hacer (la práctica) y por último en un comunicar, que se traduce en un aplicar e implementar.
Las formas tecnológicas de vida son demasiado rápidas para la reflexión. En la aceleración, la cultura es cada vez más efímera, por lo cual nuestra sociedad actual es una sociedad desinformada de la información, una circulación desenfrenada, de flujos, donde parece que para seguir pensando necesitamos que en la era de la información, la reflexión, la crítica, se vuelva informacional.
De allí que es muy importante que, desde nuestra posición como futuros comunicadores sepamos cual es el uso que le podemos dar a todas las herramientas tecnológicas que nos atraviesan, a partir de los nuevos espacios para las relaciones intersubjetivas y comunicacionales.
Lash por lo pronto nos deja ver el problema, donde en un futuro cercano, la estratificación social y la clase social dependan de las relaciones con la propiedad intelectual y los derechos de acceso a los espacios elevados en las formas tecnológicas de vida.
Hoy la producción implica la invención continua, la repetición continua de la diferencia. La patente es la invención crónica de lo real, mientras que el copyright es la invención rutinaria de los imaginario. Y la marca es un tercer tipo de propiedad intelectual, otorgando derechos exclusivos sobre ellas.
En esta nueva cultura mediática, el poder depende no tanto de la propiedad de los medios de producción, como del control de los bienes simbólicos y el capital intelectual que excluye y territorializa los dispositivos de control a partir de los sistemas de información y conocimiento.